Ante el incremento cada vez más rápido de casos no sólo de covid sino de otras enfermedades, en México las escuelas comienzan a temer por un escenario que otra vez los deja en una posición de desventaja, y es el hecho de tener que batallar con nuevas incidencias de salud. Esto teniendo que lidiar con una falta de recursos e infraestructura para poder hacer frente a las clases en línea.

Aunque sabemos que la educación pública en México tiene un reto muy grande en términos de infraestructura, mismo de lo que ya hemos hablado anteriormente, esta vez habremos de enfocarnos en quienes tuvieron la posibilidad de implementar soluciones efectivas y no lo hicieron. Estas escuelas, en su gran mayoría privadas, se encargaron de buscar soluciones basadas en precio y funcionalidad dejando de lado aspectos técnicos críticos para el correcto funcionamiento de las implementaciones tecnológicas que adquirieron. Lo que sucedió después marca un punto de inflexión entre las instituciones con visión a posicionarse con un renombre en el mercado y las instituciones que solamente lucharon por subsistir.

Donde hay crisis, algunos ven oportunidad. Esto quedó demostrado en las instituciones que aprovechando la implementación tecnológica para sortear la pandemia más reciente por covid-19, aumentaron exponencialmente su capacidad, logrando retener alumnos e incrementando su matrícula pues decidieron ofrecer la modalidad en línea como una opción permanente. Esto permitió que alumnos pudieran tomar clases desde cualquier parte del país, además de abrir la posibilidad de generarles ahorros a padres y alumnos en términos monetarios y tiempos de traslado. Además los alumnos ahora ya no están atorados en el tráfico, tampoco deben exponerse a contagiarse no sólo de covid, sino de cualquier otra enfermedad y todos sus estudios los atienden desde la comodidad de su hogar.

Podemos hablar del caso del Colegio Eiffel en Tijuana Baja California como una de las escuelas que fue punta de lanza en la implementación tecnológica durante la contingencia. Sus forma de abordar la situación fue tan exitosa, que en sólo unos meses habían ya doblado su matrícula con nuevos ingresos. Esto se debió a que los padres al ver que sus hijos no podían conectarse a sus clases debido a la poca o nula infraestructura de sus escuelas en términos de tecnología, decidieron buscar alternativas con instituciones educativas mejor preparadas para hacer frente al escenario.

Por otra parte las escuelas que no ofrecieron una solución óptima para las necesidades de padres y alumnos comenzaron a perder alumnos y quedaron evidenciadas como instituciones que no supieron hacer frente a una problemática mayor. Si bien la contingencia ha sido un reto para todos, la capacidad de respuesta marcó un precedente sobre la fortaleza de las instituciones y quienes las dirigen.

Hubo otras escuelas que realizaron implementaciones tecnológicas de bajo costo ignorando las cuestiones técnicas de los equipos que se adquirieron. Por ejemplo, dispositivos muy económicos de muy baja calidad, licenciamientos incorrectos o hasta la adquisición de periféricos no aptos para ofrecer una imagen nítida en video o un audio de calidad que pudiera ser entendible a la escucha de los alumnos.

Al final, todo esto pareció quedar en pausa cuando regresaron las clases presenciales. Hoy en día se respira un clima de más confort y menos incertidumbre, sin embargo, la pesadilla parece no terminar. Los casos de contagios se siguen incrementando nuevamente, algunas ciudades del mundo han comenzado a considerar de nuevo el requerimiento de máscaras en lugares cerrados. A esto se le agrega nuevas amenazas de salud. Pareciera que poco a poco nos vamos acercando a ese escenario que, aunque ya conocemos, no deja de ser incómodo y difícil de abordar para todos.

Hoy en día vemos cómo algunas escuelas que tomaron estrategias más productivas para la implementación de tecnología en sus instalaciones disfrutan de una opción cómoda pues sus equipos están en perfecto estado y muchos de ellos siguen gozando de estos beneficios de la educación a distancia, aun cuando ya volvieron las clases presenciales. Estas escuelas están un paso adelante ante cualquier eventualidad que pudiera surgir, producto de las medidas tomadas por el gobierno o por la implementación de protocolos para el manejo de incidencias de salud. ¿Y qué hay de las escuelas que no implementaron ninguna solución y que lejos de resolver el problema de la conectividad y las clases en línea se encargaron de subsistir en este escenario caótico? Muchas ya no están y para otras, la continuidad de sus operaciones depende de la suerte, es decir, de que no se presente una nueva incidencia de salud. La pregunta obligada para cerrar esto esta columna es… Ante los nuevos retos de salud ¿Tu escuela será de las sobrevivientes o de las líderes visionarias?